Al encargarme la Parroquia de Santa Catalina la
reconstrucción de la antigua Sacristía, se realizan diversos bocetos
que contrastados con los responsables de Patrimonio del Arzobispado
y con la propia Dirección General de Patrimonio de la Consellería de
Cultura, dan como resultado un proyecto de reconstrucción que
obedece a las necesidades funcionales de la parroquia y a los
antecedentes arquitectónicos de los últimos siglos de los cuales
existe documentación fotográfica datada a principios del XX.
Las excavaciones arqueológicas, dirigidas por
Ferrer en esta zona, descubren la cimentación y arranque del
absidiolo lateral de la primitiva iglesia gótica. Importante
hallazgo arqueológico que nos sirve para completar de forma
fidedigna la planta del templo original. Montagud, Lairón y Vila,
desde sus respectivas responsabilidades, contribuyen a fomentar el
interés por la conservación de esta parte del patrimonio, interés
que comparte también activamente la Parroquia.
Con el hallazgo del basamento del absidiolo,
sobreviene también la polémica, al enfrentarse dos enfoques
alternativos en cuanto a las obras de la sacristía. Por una parte
están los defensores de la reconstrucción del gótico hipotético de
los inicios, a partir del arranque del absidiolo hallado y por otra
los partidarios de mantener la reconstrucción de la sacristía con
adaptaciones que permitan la conservación y estudio de los restos.
Son los puntos de vista del municipio y de la iglesia
respectivamente.
La polémica no hace más que avivar el interés de
todos por la Iglesia de Santa Catalina y el asunto que es tema de
actualidad cotidiana en la prensa, nos sitúa en unas condiciones de
sensibilidad únicas para plantearnos la globalidad del templo, tanto
dando a conocer los estudios inéditos realizados, como acometiendo
de una vez por todas la reconstrucción del edificio histórico.
El templo gótico del siglo XIII
Del análisis de los restos góticos existentes en
la iglesia de Santa Catalina de Alzira, se puede deducir claramente
la tipología del antiguo templo del siglo XIII, como perteneciente
al tipo de nave única de forma rectangular con capillas laterales
entre los contrafuertes, ábside poligonal de cinco lados, con dos
absidiolos laterales y cubierta a dos vertientes de viguería de
madera sobre los arcos diafragmáticos o bien de bóveda de crucería.
No obstante, de este último aspecto no se han encontrado las pruebas
documentales o arquitectónicas que permitan hacer una afirmación en
este sentido. A pesar de las remodelaciones clasicistas y barrocas,
todavía sobreviven algunos restos góticos en diferentes partes del
edificio:
1. Contrafuertes
2. Restos de los arcos torales
3. Arco exterior de la capilla de la comunión
4. Primitiva sacristía
5. Campanario
6. Restos del ábside poligonal y absidiolos.
7. Ventanas de las capillas laterales y rosetón sobre puertas
laterales.
La planta del templo constaría del muro testero
en el ábside descrito, al que abrirían tres arcos ojivales, el
central se correspondería con el presbiterio y los laterales que
abrirían a la capilla de la comunión y a la sacristía
respectivamente.
A los pies de la iglesia se situaba el muro de
cerramiento hasta la cubierta y sin puerta de entrada, porque aquí
se situaba el primitivo cementerio en lo que hoy se denomina Plaza
del Sufragio. Entre los dos muros, cinco arcos torales apuntados
correspondiendo a los actuales contrafuertes y entre el tercero y el
cuarto desde el Altar, dos puertas laterales, la primera de ellas
abriendo a la plaza de Santa Catalina, hoy Plaza de la Constitución,
y la segunda a la Plaza del Carbón o calle del Campanario, donde
estaba situado el convento de las monjas.
La torre del campanario actual, a los pies de la
iglesia y separada de esta, sin una finalidad religiosa, sino de uso
civil como se ha comentado anteriormente.
La reforma Barroca del Siglo XVII
En el año 1681 se redacta el documento de la
"Memoria de les capitulacions i obra que sea de fer i executar en la
Villa de Alzira com es rehedificar la Iglesia de Santa Caterina
Mártir de la dita Villa, conforme a la planta y perfil de Juan
Pérez". Este documento no solamente nos explica con todo lujo de
detalles la obra nueva sino que además nos puede servir en nuestros
días para comprender el templo gótico original y los restos que
quedaron después de esta reforma.
Del estudio de esta detallada memoria de las
obras, se pueden deducir algunos elementos para la aproximación al
templo original gótico tratado en el apartado anterior y sobre todo
se deduce como conclusión importante que del templo existe en los
siglos XXIII y XIV poca cosa se respetó. Solamente aquellos
elementos, que podían servir de sustentación o relleno de la obra
nueva que se pretendía construir fueron aprovechados, todo lo
restante fue derribado. Así los pocos elementos góticos que vemos
hoy y que han sido descritos anteriormente, son lo poco que queda de
aquella obra inicial, aparte de los elementos que como cimentación y
arranques de muros y arcos que probablemente están enterrados bajo
el nivel actual.
Aquí no se ha dado, como en otros lugares, una
remodelación del aspecto estético de la Iglesia, transformándolo por
medio del revestimiento de yesos y molduras al gusto del XVII y
XVIII, antes bien, lo que se ha producido ha sido una clara y
rotunda demolición de la construcción anterior y una reedificación
total del templo según un nuevo diseño. Se ha aprovechado la obra de
cerramiento de los muros exteriores de piedra sillar, revistiéndolos
de estuco y tapando las ventanas alargadas de las capillas. Se ha
remodelado completamente el altar mayor y la capilla de la comunión
y Sacristía, para ello ha sido necesario deshacer en casi su
totalidad el ábside y el testero de los que quedan muy pocos restos
iniciales. Se han derribado las antiguas portadas, para construir la
nueva entrada principal barroca. Se ha reconvertido, probablemente
en esta fecha, la torre civil gótica a una utilidad religiosa
añadiéndole el cuerpo de las campanas que se remata con una
espadaña.
Resultado de todo esto, se configura la actual
iglesia de Santa Catalina, ocupando la misma planta que el antiguo
templo de una sola nave basilical, cubierta por bóveda de medio
punto con arcos torales que la subdividen, y capillas laterales
entre contrafuertes, también abiertas a la nave principal mediante
arcos de medio punto. Cierra la iglesia un muro testero con retablo
barroco. El ábside se levanta bajo una media cúpula. La cubierta de
la nave es a dos vertientes con iluminación lateral por medio de
ventanas entre los contrafuertes. Estilísticamente se sitúa dentro
de un clasicismo barroco del que la mejor muestra la constituye la
portada barroca de la puerta de Santa Catalina.
En mayo de 1682, se adjudicaron las obras de la
portalada barroca a Gaspar Dies, que la construyó tal como la
conocemos en la actualidad y en su emplazamiento original. Muy
similar a esta es la puerta de San Andrés en Valencia.
La ampliación de 1782.
El 20 de enero de 1776 se nombró una comisión
para que con la intervención de los "Mestres Alarifes", para que
reconozca el terreno que con más comodidad y menos gastos sea capaz
para formalizar la nueva construcción de la Capilla de la Comunión
de la Iglesia Parroquial de esta Villa. Hay que señalar que la
ampliación a la que nos estamos refiriendo, no tiene nada que ver
con al antigua Capilla de la Comunión situada a la izquierda del
Altar. Hoy Capilla de la Virgen de la Murta.
La obra se construye según el proyecto del
arquitecto Vicent Gascó de Valencia, que presenta el proyecto al
Ayuntamiento en enero de 1783. Se trata pues de un cuerpo de
edificio añadido a la iglesia existente y a los pies de la misma y
construido entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. El
espacio lo conforma una cúpula de bóveda tabicada que descansa sobre
el tambor formado sobre arcos torales y pechinas esféricas en los
ángulos, todo ello asentado sobre las pilastras que soportan las
bóvedas de medio punto que se encuentran en la cúpula. Forman en
planta, una crucería de cuatro lados iguales, inscritos dentro del
rectángulo general de la iglesia. El tratamiento estético continua
el criterio ecléctico neoclásico-barroco de todo el interior de la
iglesia.
Inicialmente, la cúpula acusa su volumen al
exterior y se corona por una linterna, recubiertas las dos por teja
árabe curvada y muy probablemente policromada con capa de esmalte
vitrificado. Las patologías crónicas que sufrió la cúpula desde su
construcción, hacen que siguiendo el informe del arquitecto
municipal de 1876, se varíe el tratamiento exterior por obras de
consolidación de esta.
De esta época debe de ser la Torre del Reloj,
levantada sobre el segundo y tercer contrafuerte del templo contados
desde el Altar de San Bernat.
Debieron de aceptarse estas propuestas, porque de
las formas esféricas de la cúpula y cupulín existentes, se pasó a
una cubierta a dos vertientes de teja catalana, formadas sobre
cuchillos mixtos de madera y tirantes de hierro que descansan sobre
pilastras de ladrillo macizo formadas sobre los muros de cerramiento
exteriores. De esta forma, sacrificando el aspecto estético se
aligeró la cúpula de la forma más económica, restando además el peso
del cupulin. Ésta es la solución constructiva y la imagen exterior
que hoy presenta el último cuerpo de la iglesia.
El incendio de 1936 y las últimas reformas.
En mayo de 1936 fue incendiado el templo de Santa
Catalina, provocando la pérdida de la mayor parte del fondo
artístico existente, así como el hundimiento de la antigua sacristía
y archivo con todo el contenido documental de éste, que podría haber
desvelado muchas de las incógnitas de la evolución constructiva del
templo. Terminada la contienda civil, se inician los trabajos de
reconstrucción de la iglesia, que fundamentalmente consisten el la
reposición de la totalidad de la ornamentación, pintura y escultura
del interior, así como de las campanas existentes en la torre del
reloj y la torre de la Plaza del Sufragio
Sin embargo, la parte correspondiente a la
Sacristía del Altar de Sant Bernat, no llegó a reconstruirse, ni tan
siquiera a desescombrarse, cerrándose el acceso desde el interior de
la nave y permaneciendo así hasta 1985 en el que se inicia la
limpieza de este espacio y los primeros estudios arquitectónicos y
arqueológicos.
Conclusiones y propuestaDel estudio precedente se
desprende claramente que de la iglesia inicial gótica solamente
quedan algunos restos inconexos que han podido sobrevivir como obra
de plementería, a la demolición y reedificación del templo de siglo
XVII. El edificio actual se enmarca dentro de un clasicismo barroco,
fruto de la reedificación del templo de 1681, y la posterior
ampliación de 1782. Esta arquitectura sustituye a la anterior no
tratándose pues de un simple revestimiento como en otros lugares,
sino de una reconstrucción total, cosa por otra parte lógica debido
a la progresiva elevación del pavimento de la iglesia a consecuencia
de las sedimentaciones producidas por una infinidad de riadas a
través de la historia que achatan progresivamente el perfil de la
iglesia hasta perder sus proporciones originales. Pensemos que el
nivel original en los siglos XIII y XIV debió de situarse a una
profundidad de tres metros por debajo del nivel actual.
Visto todo esto, pensamos que se impone un
tratamiento de restauración de la Iglesia barroca, que evidencie su
evolución histórica a partir del gótico hasta la versión barroca
actual. Esto pudiera tener las siguientes líneas de actuación:
1. Demolición de las construcciones adosadas al
ábside primitivo
y recomposición de la trama urbana.
2. La torre del campanario gótica debe recuperar la posición
aislada
con respecto a la iglesia.
3. Reconstrucción volumétrica de la cúpula barroca.
4. Restauración de la portada barroca de Gaspar Dies.
5. Puesta en valor de los elementos góticos que subsisten,
dentro del
contexto general clasicista barroco dominante.
6. Tratamiento adecuado del espacio urbano.
Todas estas propuestas generales entiendo que
pueden ser asumibles por las partes interesadas en la adecuada
restauración de la Iglesia de Santa Catalina, partiendo de la base
de que cualquier problema arquitectónico incluso en el campo de la
restauración, puede tener múltiples soluciones válidas siempre que
no se imponga ninguna clase de dogmatismo de perniciosas
consecuencias en el arte. Por otra parte hay que tener en cuenta que
la historia de este y otros muchos templos, es la de una continua
superposición de estilos propios de cada época en la que se ha
actuado, como no podría ser de otra forma y que el purismo
estilístico del XIX hace tiempo ya que fue olvidado. Hay que crear
pues una arquitectura viva.
Santa Catalina »»